domingo, 17 de mayo de 2020

La Gripe Española


LA GRIPE ESPAÑOLA

        Los periódicos españoles fueron los primeros en informar sobre una enfermedad que estaba matando a la población. En el resto de Europa se censuraron todas las informaciones para no desmoralizar a las tropas durante la I Guerra Mundial.
        Los medios españoles intentaron darle el nombre de “El soldado de Nápoles” o “La enfermedad de moda”, pero el corresponsal de The Times en Madrid la denominó “La Gripe Española” y se extendería por el resto del mundo con ese nombre a partir del verano de 1918.
Fuente: Diario Médico
        Algunos investigadores afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, pero muchos estudios sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley, Kansas (EE. UU.) el 4 de marzo de 1918.
La pandemia de influenza de 1918 fue la pandemia más grave de la historia reciente. Fue causada por el virus H1N1 con genes de origen aviar. Si bien no hay un consenso universal respecto de dónde se originó el virus, se propagó a nivel mundial durante 1918-1919.  En Estados Unidos se detectó por primera vez durante la primavera de 1918, entre el personal militar. Se calcula que alrededor de 500 millones de personas o un tercio de la población mundial se infectó con este virus. La cantidad de muertes estimada fue de al menos 50 millones a nivel mundial y 675 000 en Estados Unidos.
Fuente: CDC; Centro para el control y la prevención de enfermedades.
        En Camp Funston en Fort Riley se detectan los primeros brotes. Contrajeron la enfermedad 100 soldados y al cabo de una semana había 5 veces más.
        El 5 de abril de 1918 se hace referencia por primera vez a la gripe española en un informe semanal de salud pública donde reportaban 18 casos grabes y tres muertes en Haskell, Kansas.
Fuente: Diario medico y CDC: centro para el control y la prevención de enfermedades
        En septiembre de 1918 surge la segunda en Camp Devens, Boston y en un centro naval también de Boston (EEUU). Esta segunda ola es más letal y la causante de la mayoría de las muertes atribuidas a la pandemia. A finales de septiembre 14.000 casos son reportados en Camp Devens (1/4 del campamento) y con un saldo de 757 muertes.
        En octubre de 1918 se cobra la vida de 195.000 estadounidenses sólo en el mes de octubre. Chicago, junto a otras ciudades de EEUU, se cierran teatros, cines y escuelas nocturnas y se prohíbe las reuniones públicas.
        El Ministerio de Salud de San Francisco exige el uso de mascarillas a las personas que realizan atención al público y se recomienda las mascarillas en público.
        En enero de 2019 se declara la tercera ola, mucho menos letal que la segunda. En San Francisco se reportan 1800 casos y 101 muertes y en Nueva York 600 casos con 67 muertes.
        En febrero de 2019 la gripe española es erradicada en Nueva Orleans
Fuerte: CDC: centro para el control y la prevención de enfermedades
¿Cómo apareció?
        Se ha sugerido, que los genes que codificaban las proteínas de superficie, la hemaglutinina (HA) y la neuraminidasa (NA) del virus de 1918, procedían del reservorio aviar poco antes del inicio de la pandemia y que el virus precursor no había circulado ampliamente entre la población humana y porcina en las décadas anteriores. Contrariamente, otros autores apuntan al origen del virus a partir del fenómeno de reagrupamiento genético entre virus humanos y porcinos en las décadas anteriores a 1918. Un trabajo reciente indicaría que el virus surgió a través del reagrupamiento genético entre un linaje preexistente de un virus de la gripe A (H1) humana y un virus aviar. En este sentido, datos filogenéticos, seroarqueológicos y epidemiológicos indican que, durante la pandemia de 1918 aquellos nacidos antes de 1880 tuvieron un cierto nivel de protección, probablemente debido a la circulación de una HA humana similar durante las dos primeras décadas del siglo XIX.
Fuerte: enfermedadesemergentes.com
        La tasa de mortalidad fue más alta entre personas menores de 5 años, entre 20 y 40 años y mayores de 65 años. La alta tasa de mortalidad en personas sanas, incluido el grupo etario de 20-40 años, fue una característica exclusiva de esta pandemia.
        Hay estudios que sugieren que esto probablemente se deba a que muchos adultos jóvenes nacidos a partir de aproximadamente entre 1880 y 1900 fueron expuestos durante la infancia a un virus H3N8 que circulaba entre la población, que tenía proteínas de superficie distintas a las principales proteínas antigénicas del virus H1N1. La historia genética del virus con los tipos de anticuerpos presentes en las personas de distintas generaciones vivas en 1918 y con los patrones de muerte por nacimiento al año, no sólo en 1918 sino también en años posteriores. Las líneas combinadas de evidencia sugieren que esta pequeña cuña de la población puede haber sido especialmente susceptible a la enfermedad severa en 1918, mientras que la mayoría de los individuos nacidos antes o después de entre 1880 y 1900 habrían tenido una mejor protección contra el virus H1N1 de 1918 por la exposición de los niños a antígenos relacionados con N1 y/o H1.
        Se especula con que la protección a largo plazo, por ejemplo, la desconcertante baja mortalidad en las personas de edad muy avanzada en 1918 que pueden haber estado expuestos de jóvenes a un virus similar a H1N1, podría estar mediada por la respuesta inmune a la evolución relativamente lenta de regiones de la proteína HA viral. "Anticuerpos que se unen al tallo HA podrían no prevenir la infección por completo, pero entorpecer lo suficiente para evitar que el virus se multiplique tanto como lo haría de otra manera, lo que protege de la grave enfermedad y la muerte", señala Worobey.
"Pero en una persona con un arsenal de anticuerpos dirigidos contra la proteína H3, estos no habrían funcionado bien cuando se enfrentan a los virus de la gripe con incrustaciones de proteína H1 -matiza Worobey-- y creemos que esa falta de coincidencia puede haber provocado la mayor mortalidad en el grupo de edad que fue entre los 20 años durante la pandemia de 1918".
Fuente: CDC y organización colegial de enfermería
Existen tres tipos de virus de la gripe: A, B y C. Los virus de tipo C producen infecciones muy leves y rara vez causan epidemias. Son los virus de tipo A los más peligrosos por presentar una mayor variabilidad en sus antígenos. Existen 15 subtipos de hemaglutinina (desde H1 hasta H15) aunque en el ser humano sólo se han detecta-do los subtipos H1, H2, H3 y recientemente, en muy pocos casos, H5 y H9. Del antígeno neuraminidasa existen 9 subtipos, de los que en el ser humano se han detectado tres: N1, N2 y minoritariamente N8.
Después del periodo de incubación la gripe aparece de forma brusca con fiebre que alcanza los 39-40 ºC, precedida o acompañada de escalofríos, dolor de cabeza intenso, dolores musculares, tos seca, fatiga y debilidad y dolor de garganta. Si no se producen complicaciones, la fiebre desaparece aproximadamente a los 4 días y el enfermo cura a la semana. Sin embargo, las complicaciones son relativamente frecuentes en enfermos pulmonares o cardiacos crónicos en los que se puede producir una neumonía o bronquitis debido a una infección bacteriana secundaria. También, aunque en menor medida, pueden producirse cardiopatías. En algunos casos estas complicaciones conducen a la muerte del enfermo. Hay que señalar que durante las pandemias de gripe, como la de 1918, son frecuentes las complicaciones y la muerteen pacientes sin enfermedades previas.
Fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales eran los síntomas propios de esta enfermedad. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia sucumbieron a una neumonía bacteriana secundaria, ya que no había antibióticos disponibles.
Sin embargo, un grupo murió rápidamente después de la aparición de los primeros síntomas, a menudo con hemorragia pulmonar aguda masiva o con edema pulmonar, y con frecuencia en menos de cinco días.
Ahora sabemos que fue causado por un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1. A diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural.
La gripe de 1918 fue excepcionalmente severa. Se estima que se infectó un tercio de la población mundial12 y las tasas de letalidad fueron superiores al 2.5%, en comparación con las inferiores al 0,1% que se han producido en otras pandemias de gripe13. La pandemia se extendió a lo largo de 3 olas distintas, primavera 1918, otoño del mismo año e invierno 1918-19. Durante la segunda ola se produjo el mayor número de casos y el 64% de la mortalidad, en comparación al 24% durante la tercera y al 10% durante la primera.
Es razonable pensar que la menor mortalidad en la tercera ola fue una consecuencia de los niveles de protección adquiridos en la población, a consecuencia de la elevada tasa de infección durante la segunda ola. Pero, no explica las diferencias entre la primera y la segunda. El virus podría haber mutado y escapar a la inmunidad poblacional desarrollada durante la primera ola. Sin embargo, este fenómeno, que debería haberse producido simultáneamente en todo el mundo, necesitaría de un tiempo, en principio, muy superior al que separó a ambas olas. La razón continúa estando sin resolver. Debido a que las únicas muestras de virus pandémico proceden prácticamente tan sólo de pacientes de la segunda ola15, no se puede asegurar si las tres olas fueron causadas por el mismo virus o variantes antigénicas de éste.
Una característica clave de la pandemia de 1918 fue la alta tasa de infección y mortalidad observada en adultos jóvenes (20-45 años de edad)
Adicionalmente en 1918, los niños de 5-14 años presentaron una incidencia muy elevada de gripe, pero con una tasa de mortalidad por gripe y neumonía mucho menor que otros grupos de edad. El virus fue el mismo en todos los casos21, es decir, cualquier explicación debe dar cuenta no solo del pico de mortalidad entre los adultos jóvenes, sino también de la disminución de ésta entre las poblaciones de menor y mayor edad.
Para explicar este patrón, debemos mirar más allá de las propiedades del virus y los factores ambientales. Una teoría que podría explicar parcialmente estos hallazgos, como ya se ha comentado anteriormente, es la presencia de un cierto nivel de protección en aquellos pacientes que habían nacido antes de 1880, debido a la exposición previa a un virus con una HA similar a la de 1918 y que probablemente habría circulado durante las dos primeras décadas del siglo XIX9-11,20. En este sentido, en 1918, las personas mayores de 75 años tuvieron tasas de mortalidad por gripe y neumonía inferiores a las observadas durante el período prepandémico de 1911-191722. Contrariamente, los adultos jóvenes nacidos a partir de 1880 habrían carecido de tal protección debido a la exposición, durante la infancia, a un virus H3N8 antigénicamente distinto, factor que habría condicionado una respuesta inadecuada del sistema inmune al A(H1N1) de 1918, según la teoría del pecado antigénico en la infección gri-pal23.
Hoy podemos estar seguros de que cuatro aspectos influyeron de una forma decisiva en la severidad de la pandemia de 1918: la guerra; un sistema de salud escasamente desarrollado e implantado; la ausencia de antimicrobianos para tratar la neumonía como complicación de la gripe (la penicilina todavía tardaría diez años en descubrirse) y la inexistencia de la virología (ésta no se inició hasta la aparición del microscopio electrónico en la década de 1930).
Fuentes: Diario medico, Universidad de Oviedo y enfermedadesemergentes.com
Fecha: Desde comienzos de 1918 hasta el comienzo del verano de 1919
El Alcance fue mundial
Los casos fueron un tercio de la población mundial, unos 500 millones de personas.
Las muertes entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo, con una letalidad del 10 al 20%
El número básico de reproducción R:
        Primera oleada (verano de 1918): R=1.49
        Segunda oleada (octubre-noviembre 1918): R=3.75
Fuente: Comité asesor de vacunas
        España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.
Fuente: diario medico
La enfermedad infecciosa probablemente llegó a España desde Francia, tal vez como resultado del intenso tráfico ferroviario de trabajadores migrantes españoles y portugueses hacia y desde Francia. El número total de personas que murieron de gripe en España se estimó oficialmente en 147.114 en 1918, 21.235 en 1919 y 17.825 en 1920. Sin embargo, es probable que más de 260.000 españoles murieran de gripe; El 75% de estas personas murieron durante el segundo período de la epidemia, y el 45% murió solo en octubre de 1918.
Fuente: The 1918 “Spanish Flu”
El Instituto Nacional de Estadística, se elevó hasta 4.544, una cantidad que el profesor asociado de Historia de la Ciencia de la Universidad de Oviedo y médico del Servicio de Atención Continuada del Sespa en Lugones Luis Vicente Sánchez eleva a 6.226. «Fue un desastre. En Asturias no había sistema sanitario. Esta epidemia fue un revulsivo para la medicina», explica el autor del estudio ‘La gripe 1918-1919 en Asturias’, una investigación que aún no ha visto la luz.
Tras estudiar datos recogidos, la primera conclusión a la que se llega es que en el año 1918 hubo un gran aumento de la mortalidad en las tres grandes ciudades asturianas: Oviedo, Gijón y Avilés. Analizando este incremento de la mortalidad mediante el método de Dupâquier, se observa, según la propia clasificación que establece el método, una crisis de mortalidad importante en Oviedo y Avilés y una crisis fuerte en Gijón. Se observa además, en las tres ciudades, que la mortalidad aumenta bruscamente en el otoño de 1918, sobre todo en octubre. Puede descartarse que este incremento dela mortalidad en octubre de 1918 sea debido a un aumento normal de la mortalidad durante dicho mes, ya que en los meses de octubre de años anteriores y posteriores el número de muertos fue muy inferior. Analizando la causa de muerte durante el periodo comprendido entre septiembre de 1918 y mayo de 1919 se observa que más del 40% de las muertes son causadas por la gripe, confirmándose que la crisis de mortalidad de este periodo fue debida a la epidemia gripal. Se puede calcular que entre las tres principales ciudades asturianas fallecieron por esta causa 1900 personas, aproximadamente, en el periodo considerado. Al estudiar la importancia relativa de la gripe como causa de mortalidad en las distintas clases de edad de la población de las tres ciudades, se pone de manifiesto que la importancia fue mayor en las clases comprendidas entre los 10 y 39 años. En cuanto al sexo no se observan diferencias significativas, pudiendo decirse que la epidemia de gripe de 1918 afectó, en las tres grandes ciudades asturianas, por iguala hombres y mujeres. Por último cabe destacar que la epidemia no afectó de igual forma a las tres ciudades: en Oviedo y Gijón fue la causa de casi la mitad de las muertes, mientras que en Avilés únicamente de un tercio de éstas. No obstante, esta diferencia no permite concluir una menor virulencia de la epidemia en Avilés
Fuente: El comercio y Universidad de Oviedo

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